El último esperpento de Sálvame
Por fin terminaron ayer 14 años de destrozar a los que no entraban por el aro y de vender que la intromisión en la privacidad era periodismo. La gran mamarrachada comenzó con todos vestidos de blanco al compás de «I will survive» de Gloria Gaynor interpretado por una banda en directo que junto a Josep Ferré fueron los mejores puntos del último programa de Sálvame.
Y es que nobleza obliga, por lo que no iban a desperdiciar la oportunidad de añadir que había secretos que iban a quemar en una pira de barriada que encendió el olímpico Antonio Rebollo. A Matamoros lo mandaron al bloque donde vive la madre de Lydia Lozano, a Belén Esteban a una residencia y a Pipi Estrada a la puerta de un hospital.
El homenaje a Vázquez, que no fue por estar de baja y porque así confirma lo que le importaba el programa (¿no podría haber grabado un vídeo?), se completó con otro a Carlota Corredera, también ausente, y con una única mención a Paz Padilla por parte de un sarcástico Kiko Hernández que solo bromea sobre los demás.
Como noticia mundial, indicaron lo que te contamos hace unos días , el formato pasa a Netflix convertido en reality y se van a Estados Unidos a buscar trabajo. Habrá que ver qué sucede con una pléyade de colaboradores que está totalmente defenestrada de cualquier programa que quiera conseguir audiencia. El reciclaje es complicado tras el daño realizado, pero todo es posible. Que tanta paz lleven como descanso dejan.
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