Secret Story, el recurso de Telecinco para evitar el uso de la marca Gran Hermano

Aunque no te lo cuenten, hubo una violación en Gran Hermano y los anunciantes huyeron despavoridos. Ahora enmascaran lo mismo con una propuesta inútil. Y lo es porque lo de reunir a los de siempre para que cuenten un secreto se parece más a un congreso de boy scouts que a un programa que pretende ser líder de audiencia.

Lo de la retroalimentación está muy bien. El dinero que nos gastamos lo utilizamos para generar nuevos contenidos y para estirar el chicle todo lo posible. Lo malo es que el personal parece estar ya bastante harto de lo mismo y exige otro tipo de historias.

De los concursantes no se salva ni uno. Además, todos saben ya el secreto que han de averiguar. Cuando lo sepan, pulsarán un botón y ese concursante será eliminado. Ni el juego de la silla en la guardería se le iguala a semejante derroche de imaginación.

Pero no hay más. Cuatro presentadores, una emisión conjunta en Cuatro y Telecinco, el derroche habitual y todo lo que queramos comentar no dejan de ser fogonazos, por no decir estertores, de un formato cansino, agotado y centrado, por cierto, en un Edmundo Arrocet que podría terminar por provocarle un disgusto a María Teresa Campos (a la que le quitaron su programa sin motivo).

Nada nuevo bajo el sol de Mediaset. Si Antena 3 compra una telenovela turca más mala que la que ahora emite, que ya es decir, ganará la partida con solvencia. ¿Qué piensas tú al respecto? Seguro que tienes algo que decir. Contamos contigo.

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