El rey Juan Carlos abandonó el país el pasado domingo
El rey Juan Carlos I abandonó el país el domingo. Todo parece indicar que el monarca estaría ya en su nueva residencia tras el comunicado emitido ayer. Si bien es cierto que sus comisiones no dicen nada a su favor, tampoco se puede olvidar que el partido que gobierna es el más corrupto de Europa y que Sánchez sigue sin decir absolutamente nada de los más de 600 millones de euros de dinero público robado por su partido en Andalucía.
Igualmente, al rey que acaba de abandonar España se le podrán reprochar muchos actos de su vida privada y los presuntos pagos recibidos, pero no su implicación con el desarrollo de España. Es más, se recuerda que tomó posesión como jefe del Estado dos días después de la muerte de Franco y que bien podría haber dicho que todo iba a seguir igual, pero no lo hizo.
Como tampoco lo hizo cuando Tejero dio el golpe de Estado y Juan Carlos prefirió restaurar el orden constitucional. Se está obviando, demasiado diríamos, que el abogado del monarca ha explicado en un comunicado que su cliente está dispuesto a colaborar con la justicia si fuera llamado a declarar.
¿A qué viene tanto revuelo mediático, tantas declaraciones sobre la falta de dignidad y tantos intentos de instaurar una república por parte de los que gobiernan con casos de corrupción que han dado la vuelta al mundo? Serán ellos los que tengan que responder y los ciudadanos los que decidamos en las urnas el tipo de país que queremos. Don Juan Carlos deja tras de sí una estela de entrega absoluta a España y si ha cobrado algo que no le corresponde que sea un juez el que decida qué ha sucedido y qué consecuencias tienen sus presuntos actos. Convertirnos en jueces de barra de bar le hace un flaco favor a una institución que bien podría haber alargado la dictadura militar hasta nuestros días.
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