Paz Padilla, ¿una mujer dicharachera y empática o distante y antipática?
En el blog de Mariángel Alcàzar en Lecturas, esta habla sobre unas de las bodas más comentadas del pasado fin de semana, la de Paz Padilla. En Sálvame diario nos han mostrado imágenes de la ceremonia en Zahara de los Atunes y de la que tuvo lugar a finales de mayo en la India. La presentadora, normalmente hermética en cuanto a su vida privada, se veía obligada a justificarse frente a sus compañeros al no haber invitado a la inmensa mayoría.
Ya la acusaba Mila Ximénez en el programa de ser una persona que mantenía las distancias y esa misma radiografía la hace la periodista catalana que hace afirmaciones tan claras como estas: «Paz Padilla es humorista profesional pero en la vida no es muy aficionada al humor«. Lo cierto es el artículo es una cronología de algunos sucesos de la vida de la humorista que echan por tierra su fama de mujer dicharachera y empática.
«Que a Paz le gustan las bodas folclóricas es evidente puesto que en 1998, un año después del nacimiento de su hija Anna, certificó su relación con su entonces representante Albert Ferrer con una celebración, que tuvo lugar en una masía de Premià de Mar (Barcelona) en la que los novios fueron vestidos con una especie de disfraces dieciochescos con sus pelucas empolvadas y todo», comenta.
Entonces se fue a vivir a Premià de donde era su marido y donde vivían sus suegros y cuñados. «La llegada de Paz a esa pequeña localidad de la costa de Barcelona no pasó desapercibida sobre todo porque la humorista iba por la calle literalmente vestida de payasa, con el pelo teñido de varios colores y ropas estrafalarias», explica y añade: «Dejó un rastro de decepción entre muchos vecinos que se acercaban a ella en busca de la humorista dicharachera y se encontraron con una mujer antipática que ya entonces, cuando su fama era mínima comparada con la que goza ahora, ponía distancias con la gente y, al mismo tiempo, exigía preferencia de trato en bares y establecimientos varios».
«Cuesta entender cómo Paz Padilla se ha convertido en esa mujer tan intensa y tan poco empática para quien solo los suyos son los buenos y solo lo que hace ella, aunque sea poner a bailar a su pobre marido una danza de Bollywood en su boda, está justificado. Hay que reconocerle el mérito de haberse transformado físicamente, sobre todo de cuello para abajo, pero esa perfección se le ha subido a la cabeza», desarrolla y concluye que la que comenzó haciendo reír a otros, que se reía de sí misma, ahora se ríe de los otros o los ignora.
Vía | Blog de Mariàngel Alcázar
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