Mickey Rourke agradece a Dios su regreso a la vida

El que fuera, sin lugar a dudas, el ‘sex-symbol’ de los años noventa y tras algunos abusos, posiblemente propiciados por el éxito y unas cuantos fracasos en la taquilla, acabó sumido en el más triste de los olvidos, algo que para un actor de su talla sólo es comparable con la muerte profesional. Nadie pensó que podría volver a ocupar un puesto protagonista en la gran pantalla, por una parte debido a sus adicciones y, por otra, a ese espectacular cambio físico que lo había llevado desde la cumbre de la belleza a los sótanos de la estética más deprimente.

Pero como ave Fénix que resurgiera de sus propias cenizas, el actor Rourke reapareció con fuerza protagonizando uno de los filmes más premiados de los últimos años. Con el Globo de Oro en la mano y el Oscar a la puerta, el actor ha demostrado que las segundas partes sí pueden ser mejores, por eso agradece a Dios que le haya dado una segunda oportunidad.

El actor se encuentra actualmente en el Festival de Cine de Sarajevo donde su película, ‘El Luchador’, será la que clausure el certamen. Y precisamente en una publicación de esta ciudad, Mickey ha ofrecido unas declaraciones donde habla, con toda sinceridad, del mundo que le rodea y de la soledad a la que se ha visto abocado durante este tiempo atras. «Cuando te caes, la gente te empuja más. El mundo está lleno de materialismo y envidia. Cuando eres famoso y te caes, la gente no quiere que vuelvas. Es casi imposible volver. Ya es difícil la primera vez, pero la segunda es como si no existieras…Dios me dio una segunda oportunidad, el de arriba me ayudó.»

Sin embargo habla con cierto agrado de su época en la que consiguió ser todo un icono de sensualidad y belleza masculina gracias a la película «9 semanas y media», aunque reconoce la fugacidad de las modas y que su papel de ‘sex-symbol’ «funcionó durante cinco minutos«. A lo que no termina de adaptarse es al mundo y los personajes que viven alrededor de Hollywood, una sociedad que no le interesa y al que no siente, ni quiere, pertenecer.

Vía | La Vanguardia

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