La madre de Michelle Obama posa orgullosa con su hija
La primera dama de Estados Unidos y su madre, Marian Robinson, han concedido una extensa entrevista a la revisa Essence en la Casa Blanca. Hasta ahora sólo conocíamos a la madre de Michelle Obama a través de imágenes y de comentarios de terceras personas.
Marian Robinson se muestra extremadamente satisfecha de su hija y afirma, «nunca dudé de que ella era capaz de hacer esto. Lo lleva a cabo con tanta gracia y dignidad, que sólo puedo estar orgullosa. Lo único que deseo es que ella haga lo que quiera hacer». A sus 71 años vive en la Casa Blanca junto a su hija, su yerno y sus dos nietas: Sasha, de siete años y Malia, de 10.
La abuela hace que la transición para las niñas no sea tan difícil. En la oficina de la primera dama, muy cerca del despacho Oval, es donde Robinson contesta las preguntas de la editora jefa de la revista estadounidense, Angela Burt-Murray, que publicará el artículo en su edición de mayo.
Asegura que su marido, Fraser Robinson II, se sentiría orgullo de su hija «¡No serías capaz de callarlo! No podría soportar todo esto, estaría todo el tiempo hablando de su hija hasta hacerse insoportable».
Según Robinson, su marido «se pasaba la vida fanfarroneando sobre sus hijos, Michelle y Craig, incluso cuando aún no habían hecho nada. Siempre los animaba a ser grandes personas y cuando hablaba de ellos podías ver una sonrisa en su cara aunque estuviese enfadado. Él sí que disfrutaba de estas dos personas».
Michelle Obama comenta, «Mis padres siempre fueron para mí esa raíz incondicional». «Y eso es lo que necesitan los niños. Ahora, cuando miro hacia atrás me doy cuenta del gigantesco papel que jugaron mis padres construyendo mi confianza en mí misma a tan temprana edad. Aunque mi hermano y yo fracasáramos, estas dos personas estaban al lado nuestro para apoyarnos».
La primera dama explica que ese «sentimiento de seguridad te permite arriesgarte». Y añade: «La gente piensa que esto viene de la riqueza o de generaciones de oportunidades y éxitos, pero no es así. La seguridad del amor de tus padres es lo que realmente sirve de base para que pienses que puedes volar. Y para que más tarde lo hagas».
Vía | El País