Jorge Javier Vázquez y los motivos de su fijación con Marta Riesco
Jorge Javier Vázquez ha dedicado esta semana a comentar la actitud de Marta Riesco. Tiene motivos para ello. El antedicho debe hacer todo lo posible para evitar que se reconozca que Antonio David Flores cobrará más de 180 000 euros de Sálvame por despido improcedente y daños morales.
Además, el regreso de Rocío Carrasco al programa convirtió a Sálvame en líder de audiencia tras meses sin que así fuera. Lo malo es que tanto la antes mencionada como el presentador se olvidan de algo importante: no es lógico criticar a Flores por su actitud con Carrasco, según el testimonio de esta última, y masacrar a una mujer porque sale con quien le da la real gana.
Es más, lo de exponer el vídeo del restaurante y todo el numerito que se han montado implica nerviosismo y cierto temor a que Riesco termine por denunciarles por acoso. Palabras como «cenutria» y «estás rodeada de gentucilla» no ayudan a convertir en verdad lo que se dice, más bien todo lo contrario.
Y que nadie opine lo contrario a Vázquez o a Carrasco porque esto supone que él abandone el plató y que, curiosamente, no le despidan como a Paz Padilla que hizo exactamente lo mismo. Además, miente al decir que Flores es la única persona que no denuncia cuando le llaman maltratador, ya que a él se lo llamó Massiel y sigue sin denunciarla.
Lo curioso es que sigue habiendo víctimas de malos tratos de primera, Rocío Carrasco, y de segunda como Olvido Hormigos o la propia Marta Riesco. Exigir el despido de una compañera, masacrarla sin piedad y seguir insultando a su pareja por ser amigo de su exmujer denota que en La Fábrica de la Tele siguen apostando por el escándalo y por todo lo necesario para enganchar a la audiencia.
A buen seguro, este repunte de la audiencia será suficiente para que el programa siga adelante. De todas formas, si despiden a Riesco y les gana en el juzgado jamás nos vamos a enterar de nada. Y ya que hablan de mentir, en breve comienza el juicio a la productora por el espionaje a famosos. Será entonces cuando se pongan las cartas sobre la mesa y, posiblemente, se acabe el sueño.
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