El escándalo sobre la muerte de Albert Solá salpica a la Casa Real
La Casa Real sigue guardando un silencio poco recomendable ante un caso como la muerte de Albert Solá. Se agradecería algún comentario al respecto. Y es que no es lo mismo pensar que el difunto quería hacerse un nombre, algo que no intentó nunca, o acusar a Telecinco de ejecutar un periodismo concreto que afrontar las declaraciones de exmiembros del CNI que han largado a base de bien al respecto.
De hecho, ayer mismo comentaban que una de las pruebas de ADN confirmaba que Juan Carlos era el padre de Albert y que se exigió que se destruyera lo antes posible. Sería por algo. Y las declaraciones de un agente que reconoce que le dijeron que Solá «estorbaba» tampoco ayudan, precisamente, a pensar nada positivo.
La autopsia es una broma de mal gusto que confirma que Solá falleció de un infarto. La familia pedirá una segunda revisión al cadáver, pero ya ha habido tiempo suficiente, corporativismos aparte, para que todo cuadre. Este tipo de situaciones empaña la labor de la monarquía y consideramos que sería apropiado que el jefe del estado se encargase de arrojar algo de luz sobre semejante situación.
Es cierto que tampoco va a estar siempre haciéndose cargo de los errores de su progenitor, pero tampoco sirve mirar para otro lado cuando todo el mundo parece tener claro que esta situación no es, precisamente, la más adecuada para que la monarquía siga siendo esa institución que generaba confianza.
El programa de ayer estuvo muy bien en lo que respecta a la parte de investigación del caso. Las expresiones faciales y el tono de sabihonda de la presentadora sobran, pero no hay más cera que la que arde. Esperamos que el caso se resuelva favorablemente en breve.
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