Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, divorciados oficialmente
Tras más de dos de años de su «cese temporal de la convivencia», los rumores de divorcio no hacían más que acrecentarse y por fin, ayer se hizo oficial la separación definitiva y legal de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar. Sin embargo, se han encargado de matizar que «mantienen una fluida interlocución en todo lo referente al interés común de sus hijos».
Sus abogados han realizado un comunicado conjunto donde «testimonian el afecto y consideración que por Don Jaime siente la Familia de Su Alteza Real la Infanta, como ha sido así a lo largo de estos dos últimos años». Además, precisa que Doña Elena y Jaime de Marichalar han suscrito el convenio regulador de los efectos de su divorcio «de mutuo y común acuerdo»
Para llegar a este punto, han mediado meses de intensas negociaciones en los que los abogados de ambas partes, Jesús Sánchez Lombás y Cristina Peña, han discutido acerca del futuro profesional de Jaime de Marichalar –su título nobiliario-, de su futura posición en el entorno real por tratarse del padre de dos nietos de los Reyes, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, del régimen de visitas y de la manutención de los niños.
La Infanta Elena se casó en marzo de 1995 con Jaime de Marichalar en Sevilla. Fue la primera boda real celebrada en España desde 1906. Desde aquel momento, se empezó a destacar el cambio en el estilo de la Infanta, que era muy soso, influenciada por su marido, un amante de la moda y del lujo, representado en París y Nueva York, sobre todo la primera donde es asíduo a los desfiles de haute couture. En 2001, Don Jaime sufrió una isquemia cerebral y se trasladaron a vivir a Nueva York por recomendación de los médicos, éste es para mucho el comienzo de una larga crisis que derivó en el cese de la convivencia en 2007. Pues nada, un divorcio más, pero cuando se tienen tantas cosas, se dilatan en el tiempo mucho más que el de los que tienen sólo deudas.
Vía | Telecinco
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un comentario
Elena y Marichalar
que se casaron felices
ya se van a divorciar,
¡se acabaron las perdices!.
No sé si fué su estilismo
o su cara singular
pero ya le da lo mismo
a la infanta de Papá:
su cuento y su principito
al final acaban mal.
Hay quien con sorna ya dijo
que eran tal para cual:
él con un aire de pijo
que no se puede aguantar
y ella de aspecto rarito
y con casco de montar.
A ella la recordamos
llorando en las Olimpiadas
cuando desfiló su hermano
con bandera roja y gualda.
Él se nos viene a la mente
con una corbata ortera
y con el rumor perenne
del por qué de su cojera.
La verdad es que han tenido
entre los dos una cosa
que compensa lo vivido
y ese es Froilán, su hijo,
que bien podía ese niño
heredar nuestra corona
y hacernos más divertido
los discursos cuando tocan.
A mí me parece bien
que si quieren se divorcien,
lo que parece esquizoide
es que lo anulen también:
¿Es que no se conocían?
Se les veía de lejos.
¿O ella es que no sabía
que él era tela de feo
y no el hombre de sus sueños?
Y él también nos mentiría
si dijera, a tumba abierta,
que él la eligió en su día
por ser ella una lumbrera.
Que ambos se conocían
y él, algo fresco, sabía
que ella mucho no tenía
bajo la tapa del delco.