La aburrida y previsible coronación de Carlos III

Entendemos que una coronación es un acto solemne que admite pocas modificaciones, pero lo de saber perfectamente lo que va a suceder no nos parece adecuado. Al fin y al cabo, se trata de cerrar una ciudad como Londres, de convertirla en un plató de televisión gigante y de repetir la tradición, pero también estamos ante un espectáculo televisivo que han visto millones de personas.

En cierto modo, el repaso a los invitados fue algo parecido a la llegada a la entrega de los Oscar. Doña Letizia lucía un diseño impecable y también alguna que otra invitada destacó con su atuendo siempre dentro del estricto protocolo inglés.

La aburrida ceremonia debería haber sido el preámbulo de un paseo triunfal junto a los que allí llevaban apostados durante días, pero no fue así. Las carrozas eran espectaculares, pero también un elemento físico para separarse de la plebe.

Mención especial nos merece un príncipe Harry desterrado de su país, alejado de su familia y sin saber exactamente qué estaba sucediendo. Una pena que tenga que refugiarse con sus primas, a pesar de la licenciosa actitud de su padre, parecía casi un acomodador más en este teatro real.

El resto, nos referimos a la comida y a todo lo que no se ha visto, imaginamos que de excelente calidad. Habrá que ver si este es el inicio de una etapa distinta para el Reino Unido o si comienza el declive de una institución que cada vez tiene menos adeptos. Todo es posible. ¿Qué piensas tú?

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