Edmundo Arrocet volvía hace unos días a Madrid sorprendiendo a todo el mundo. No tanto por llevar una trenka en septiembre, que también, como por su trabajo. Si hace unos días María Teresa Campos mandaba al desguace varios coches del antedicho, su regreso y que se le haya visto con su representante hace presagiar que tiene trabajo por delante.
Carlota Corredera alardeó ayer de poder destrozar a Kiko Matamoros y de hacer piña para sacar el programa adelante. Sigue tropezando en la misma piedra. Y lo hace porque sigue sin entender que nadie le ha criticado por defender a Rocío Carrasco, sino por pensar que la única mujer maltratada del mundo es la antedicha.